No regales tu trabajo
Una de las cosas que más cuestan trabajo, y sobre la que nos enfrentamos con más voracidad al emprender, es fijar los precios de nuestros productos… ¡y mucho más de nuestros servicios! Estamos en un mundo súper globalizado, pero también hiper conectado, que para todos es súper natural buscar información en internet para cualquier cosa que necesitemos y sabemos que esa información está a solo un clic.
Lo anterior ha hecho que el nivel de competencia, con respecto a quienes también se dedican a lo mismo que nosotros, suba y no tengamos mucha oportunidad de medirnos realmente con ellos más que con lo que podemos encontrar en internet. Dicho de otra forma: si un cliente requiere un servicio que nosotros podemos ofrecerle, y él busca por internet sus alternativas, difícilmente ya se tomará el tiempo para valorar la información y normalmente nos va a juzgar a través del precio. ¿Por qué? Porque es la manera más fácil de tomar una decisión de compra. Claro, también tendrá que ver muchísimo el nivel de interés y necesidad que se tenga sobre el servicio o producto y en ese sentido incidirá el que te contraten o contraten a la competencia. No es lo mismo buscar información sobre «casas o automóviles» que comprar una playera para el cumpleaños de tu hijo. Entre mayor inversión y riesgo un cliente perciba mayor información buscará y hará compras mucho más razonadas.
Por eso, y ante un panorama donde la competencia está a todo lo que da, te voy a pedir firmemente que no intentes bajar tus precios ni regales tu trabajo. Muchas veces, y también ante la desesperación de que las ventas no están saliendo como esperamos, pensamos que es momento de hacer una promoción: y ojo, esa es una buena alternativa, porque estoy usando la palabra «promoción» y no «rebaja» (que son dos términos distintos que nos podrán ayudar o poner en jaque si no los llevamos a cabo de manera correcta). Y entonces hacemos una promoción, o bajamos el precio, para que el cliente no se nos escape para después darnos cuenta que… ¡oh no, apenas y sacamos una pequeña ganancia porque bajamos tanto nuestros precios o nuestro margen de ganancia que ya deja de ser conveniente! Esas prácticas también le hacen mucho daño a nuestra marca, a nuestro entorno, a la manera en cómo ese cliente me va a percibir y si, también le hace muchísimo daño al rubro.
¡Por favor, no regales tu trabajo! Valora tu esfuerzo, tu capacidad para llevar a cabo tus ventas, tus estrategias, tus proceso. En la medida en que lo valores, también le darás un plus a tu negocio y tus clientes te percibirán como una primera opción a la cual recurrir. Claro, que en ese camino hay varios puntos por recorrer… pero empezar por valorar nuestro esfuerzo, trabajo, estrategia y capacidad es el primer paso para formar nuestra Marca.
Ponte a pensar: si tu cliente no te percibe como una Marca, a la cual le da valor, te percibirá por siempre como una mercancía. Y lo más difícil y triste de esto es que después puedas convertirte en un commodity (aquella opción para la cual me da igual si te compro a ti o al de enfrente, porque acá me basaré siempre en que me des el mejor precio posible). Y de eso hablaremos en un siguiente post.
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